28 abril 2006

ASOMARSE AL AIRE







ASOMARSE AL AIRE







Quizás, ese otro mundo al que nos asomamos;
del que sobresalen las esquinas,
los huesos, las manos.
La palabra stop pintada,
una a cada lado de la mentira de los ojos;
ciencia cierta y exacta, camuflada entre el libro de los párpados.
Quizás mañana, el hoy exista, amparado
en el verde, en la brisa, en esa carátula
que nos bajamos, desde el azul, a la vista del alma.
Amor, tras la prisa. La ciudad. El movimiento.
Los ríos que la recorren, de arriba abajo,
de izquierda a derecha,
de la nieve a lo negro; sobre lo estanco.
Asfalto, sobre nuestros pasos.
Una huella más por donde equivocarnos.
Cuarenta y tantos grados a la sombra,
tras la ola de frío que nos abrasa.
Calor, calor, pero basta!
De abrazarnos, de colisionar sin sentido.
A las cosas. Contra el almanaque grasiento
cuyos números descansan sobre ese otro pensamiento interno.
“¡Ya nunca jamás volveré a intentarlo!”
-Esa mirada hacia atrás…!-
Y llega el siguiente día y te obedece.
Pasa de ti, como latitud inexacta.
Como marabunta de pequeños pasos tras los sueños.
Unos los alcanzas,
otros ni llegas a colocarlos por orden de estancia.
Pero de eso se trata. De caminar hacia delante.
Puente sobre los pasos. Sobre el río de las aguas.
¿La lluvia? ¡Ya se encargará de arrastrarnos!
De oler a tierra mojada, a hierba humedecida
con cada trago de rabia…
¡Porque hoy me apetecía darle un grito al aire,
apuntando, a ese otro viento que me arrastra!

01 abril 2006

SOBRE EL ATARDECER






SOBRE EL ATARDECER
(Fotografía: Paseo entre Alfacar y Víznar)








¡Qué antigua es la luz!
¡Con qué temblor nos señala!
¡No es fácil retenerla,
ni arrancársela a los párpados!
No es la llama, ni la onda,
ni el viento que la fragua.

Cuando se aleja tan extraña,
cuando se acerca, solitaria.
Tenía la tarde una pregunta,
quemadura, bajo las alas.

¡Qué antigua es la luz,
como el nudo, el agua,
el beso que la manda
¿Qué secreto guarda
bajo el crujir de la rama;
allí, sobre el horizonte
cuando su sangre brota
como cristales de agua?

¡Qué antigua es la luz,
dormida y abrazada!
Tenía la sangre una pregunta,
boca y bocanada.

Porque la luz nace, muere, vuelve;
acude a lo inmediato.
Decir tarde es como ese rellano,
ese peldaño entre los párpados,
bajo los ojos.
Decir tiempo mientras el viento planea su calma.

¡Qué antigua es la luz,
el silencio y el habla!