14 junio 2007

MUNDO Y PROVERBIO

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MUNDO Y PROVERBIO


Porque era el momento de los sueños,
él buscaba la ceniza de sus ojos…

Quizás el mundo nació en abril,
un jueves cualquiera para ser más exactos.
Y llegó el mundo y abrió los ojos…
Azul y encadenado,
Verde y esperando.
Le contaron que era el menor de siete hermanos,
que ya el llanto estaba ocupado,
y la risa, y la metáfora…
Su madre era sinónimo de lo blanco,
horizonte y panorama.
Venía de todo lo alto,
pedacito de desmayo,
nieve que se desmiembra,
lluvia que viaja hacia la tierra.
Aunque su rostro en verdad
nadie lo recuerda,
señalaban que le parecía a la estrella anonimotercera.
Desde oriente a occidente vinieron
y le rindieron pleitesía
Reyes y bastardos,
Cómicos y literatos,
Poetas y bárbaros.
Y todos coincidieron en lo mismo…
¿A quién se le parecía?
¿Si aquella gota de agua en la reserva,
aquel cúmulo de inocencia
de palabras embotelladas,
y llenas de preguntas…?
-¡Tal vez, si yo, si acaso…!
¿Si aquella otra guerra no hubiera nunca empezado… ?
Quizás ese nudo en la garganta como muestra…
de sobras, de oxígeno recalentado, de párpados sin sus ojos.
Pero dejémoslo, que él mismo nos tienda su mirada,
Que nos la anticipe a los cuatro vientos
que ya ni corren por su piel anaranjada;
que se pose entre el lenguaje de los sueños que cabalgan,
entre los libros amontonados,
oxidados por el olvido de las palabras!
Pero no, no tenía ganas de hablar, ni de llorar, ni de nacer,
ni de gritar aquella frase tan amontonada:
“¡Aquí estoy, a vuestras circunstancias,
preparado y listo para saber qué hacer cuando mi pecho se me abra !”
Cuando nació, su corazón tenía la forma de un mundo,
de un nudo, de un árbol, de hecho, inacabado!

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