28 septiembre 2009

ACERTIJO

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ACERTIJO

Como acertijo de las estrellas. De los espejos que irradian…
Odio, amor, nebulosas o barcos;
hiel tras la piel, sangre y/o abrazos.
Como este acertijo, tan sencillo como mártir, tan etéreo como la distancia,
raíz del viento que viaja. Hélice del agua.
Aquí el silencio, allá el grito encendido, aullando.
A ciegas. Cuerpo a cuerpo,
como longitud insaciable.
Una tras otra. Pecho sin techo. Paisaje tras paisaje, en boca de los hombres
desde entonces.
Apéndice de la niebla, nacimiento del habla.
Desde la nube fósil, hasta lo amargo del helecho sin savia.
Así: suben y descienden; descienden y saltan
como el infinito a caballo, bajo la luna del látigo.
Con el cúbito bajo el radio, con el brazo como océano inacabado y el azul como barca...
Y nos muestran, sus manos extendidas hacia arriba;
tan desnudas como la arena, sobre la espuma mordida, como gaviota sin estancia,
tras la nieve que fuera, bajo el dormido vértigo de las olas que encallan.
Desde el pulmón hasta la boca,
desde la boca hasta la garganta, bajan hechas acequias y saliva…
Trago, infierno; lengua, cuchillo. Catarata. Orilla doble del río, vórtice de la palabra.
Como intacta, recién partida. Tan fallecida como viva.

aritnem aL

15 septiembre 2009

A PROPÓSITO DEL HOMBRE...

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A PROPÓSITO DEL HOMBRE...

Porque somos viento, somos roca, partícula o todo cuanto amamos;
temperatura más agua; hendidura tras la lluvia,
polvo antes sobre la tierra que se inunda a secas.
Frío o calor según o allá donde abramos los ojos, la piel; el traje de la nada.
Historia más sangre. El enigma de la sangre, siempre.
Sierpe verde; azul o sangre.
Porque somos libertad tras la palabra montaña.
Porque somos libertad tras la palabra.
Inicio del mundo tras la niebla; hueco tras la brisa;
huella tras la huella, longitud que tropieza; metáfora que se derrama,
grito tras grito; vacío tras el paso. Puñal o puño, sombra y árbol.

Porque somos tan visibles como invisibles; tan primitivos como el eclipse,
el oxígeno, la quemadura, la pena y pedernal que se mastican.
Tan imperfectos como el futuro, tan pretéritos como el alba.
Porque somos fruto, pez, moneda de cambio, manzana;
Luna tras la pirámide, injerto del frío que naufraga sobre el espejo del agua.
Porque somos uno, dos, cinco mil, millones; tras los millones de estrellas inacabadas;
tan humanos, como las manos, los pies, el habla, la garganta, la fe, el enigma a ciegas.
A pie, a caballo, a estampida; a sueños, tan reales, como la carne viva del muro.

Porque somos piedra, somos viento, instante o todo cuando amamos.
Luz que se parte tan en pedazos desiguales,
que se oxida entre el reloj de la materia deshabitada.
Nombre a nombre, montaña tras montaña;
como niño que se pierde tras la esquina.
Porque somos ademán; además de perspectiva, recuerdo;
cristales y/o añicos de la catarata bajo la sima.
Animal cuando fuimos, sonámbulos del hombre ahora
asesinado por las sombras de lo inmediato.
Tigre tras la paloma, círculo que se cierra, círculo que se abre a pedazos.
Infinito o aire. Tiempo cuando acaba.
Aquí, sin ir tan lejos, bajo la claraboya del Universo innominado.
Silencio, espacio, hueso... Corazón, parada, camino...

14 septiembre 2009

MARE NOSTRUM ( ENTRE EL AZUL DE LOS CIELOS Y EL SOL DE TUS AGUAS)

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* Fotografía: Lucas Gutiérrez

MARE NOSTRUM (ENTRE EL AZUL DE LOS CIELOS Y EL SOL DE TUS AGUAS)

Como esfinge de lo prohibido, néctar del agua que se evapora.
Ábaco de la naturaleza, por la luz del viento por la que respiras.
De quemadura en quemadura, de ámbar en ámbar.
Gaviota tras gaviota. Ola tras otra.
Azul tras la mirada o cuando las nubes sangran a tus espaldas.
Fuego tras relámpago. Madreselva tras madreselva.

Sal que el viento eleva. Cal que el mundo absorbe como muro solitario,
tras las redes, sin usarlas.
Esperanza y fuerte. Cuna o infinito de tus brazos bajo los peces.
Sal para tus sueños. Sal para tus olas venideras.
Sol de donde vengas, tras los pájaros que merces.
Océano para cuando te liberes. Deseo innegable.
Tierra y sed para cuando se apaguen tus infinitas fuentes oceánicas.

Allí la barca, aquí el sendero tras el silencio de la nebulosa.
Nuestros abrazos.
Ya se abren, ahora se cierran
bajo la noche indeleble de los ojos prisioneros.
Mujer y hombre al unísono del hambre.

Porque hasta nosotros has venido para recomponer nuestros cuerpos,
nuestras almas y equívocos tan a mano.
Porque desde ahí reposas sin exigirnos nada.
¿Mar hasta dónde, océano hasta cuándo?
Libertad para darnos, para mirarte o hablarte, entre tu sangre que nos cedes.
Yodo en tu rostro, criatura de la Luna que se marcha tan a ciegas.

Por tu brisa sincera, por tu llanto de caracola sin su carne del alma.
Cómplice de nuestros desnudos,
Mediterráneo te llaman, aquel Tetis de los dioses;
Mare Nostrum entre las tierras y las guerras de los hombres.
Tal como el horizonte de los cielos que te guardan.

Aquí sobre la arena, bajo el infinito de tu estampa,
somos dos, tan a solas, en número y besos, los que volveremos mañana.
Seguramente. Temblando. Atraídos por tu armas. A preguntarte
¡Oh deseo azul sobre el agua, de la tarde que se marcha, oráculo de la Luna! ¿ Locura o calma ?

06 septiembre 2009

EL ZAGUÁN ( HACIA EL VIENTO QUE NACE )

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* Fotografía: Lagunillo Misterioso - Sierra Nevada
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EL ZAGUÁN (HACIA EL VIENTO QUE NACE)

Aire, oxígeno, cielo…Viento al fin te vuelves.
Espacio. Criatura tan a mano, tan respirable como sumergida.
Latido azul, al final de la tierra.
Tan cóncavo como convexo que se repite;
que se deshace en estallido.
Aquí, bajo el ventanal agrio del sol.
Ácido tras sombra, como el sudor de la montaña,
interminable.
Preguntándome…¿A la hora que el hombre,
a la sombra de nadie?

Tal vez, pero tiempo, acá a lo lejos,
pido silencio entre las nieves que desaparecieron.
Fruto tras la lengua de los ojos, pensamiento tras pensamiento.
Como cuando sabían a agua,
a palabra puerto recién pronunciada;
a camino de regreso, hacia aquel valle imperecedero.
El poema.
A donde vuelvo con frecuencia, como paisaje de este libro.
Tímido inicio, temido final, querido principio.
Días tan mortales que nunca volverán por su propio asesinato…
Agua o mármol tras la luvia.
Más belleza la tuya, la de aquella y húmeda
bajo su voz sin cuerpo,
indomable.
Volver a ti, sobre el viento, cuando hace que éste se dispare.
Amor, amor a hombros y abrazos.
Para océano los tuyos, mis palabras,
cuando descansen en tus labios como papel blanco
bajo la ley del cielo y esas nubes como asalto,
instante.
Porque no hay dolor en la paz, ni en el espejo de tus ojos,
por aquí andaré, sin ir muy lejos,
entre el azul del cielo y el camino de los vientos.
Camino tras la piedra que recorre mi sangre