01 abril 2006

SOBRE EL ATARDECER






SOBRE EL ATARDECER
(Fotografía: Paseo entre Alfacar y Víznar)








¡Qué antigua es la luz!
¡Con qué temblor nos señala!
¡No es fácil retenerla,
ni arrancársela a los párpados!
No es la llama, ni la onda,
ni el viento que la fragua.

Cuando se aleja tan extraña,
cuando se acerca, solitaria.
Tenía la tarde una pregunta,
quemadura, bajo las alas.

¡Qué antigua es la luz,
como el nudo, el agua,
el beso que la manda
¿Qué secreto guarda
bajo el crujir de la rama;
allí, sobre el horizonte
cuando su sangre brota
como cristales de agua?

¡Qué antigua es la luz,
dormida y abrazada!
Tenía la sangre una pregunta,
boca y bocanada.

Porque la luz nace, muere, vuelve;
acude a lo inmediato.
Decir tarde es como ese rellano,
ese peldaño entre los párpados,
bajo los ojos.
Decir tiempo mientras el viento planea su calma.

¡Qué antigua es la luz,
el silencio y el habla!

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