25 abril 2007

PECHOS DE LUNA Y COBRE

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PECHOS DE LUNA Y COBRE

Nació hueso sin su carne mientras el viento
se hizo en la noche.
Y era mar… Y un brazo…
Luna de cielo y cobre;
fuego que exonera,
sexo transparente,
ojo único tras la tormenta,
beso de nieve y hambre;
huella sin viento,
mejilla blanca,
círculo que se rompe,
mar que se alza y naufraga
y vuelve al atómo de los sueños.
Era fuerza y muralla que renace,
pañuelo rojo tras los párpados de la noche,
ojos negros y vientre blanco,
horizonte;
piedra y poema que respiran,
sueño tras los sueños;
Amor, insomnio,
azul metáfora en el agua,
miedo de los dioses y los adioses.
El alma…¿Para quién?
Eran amor… Y era frío…
Súplica y montaña,
sed de ser y agua que nunca descansa,
blancura que se esconde y se abre;
labios rojos bajo sus dientes tallados.
-¿Si vivirán o morirán,
de quién depende?
(Le dijo el día a la noche)

23 abril 2007

BAJO LA NAVE DE TU ROSTRO

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BAJO LA NAVE DE TU ROSTRO

A menudo en tu mundo y en instante me convierto,
del árbol a la hoja, y tras la hoja el universo;
libro blanco sobre sueño abierto.
Mi pensamiento en ti, termina y reaparece,
bajo palabras en laberinto, nudos de mi sangre,
formando cúmulos de poemas que se abren.

Voz al principio, viento al que me dirijo,
aquí en el poema, interrogante.
¡Ay, verlo crecer! ¡Asirse a unos labios!
Los tuyos, enraizados; mezcla de mirada y de pensamiento,
infinito tras el tiempo que se aparta.
Puedo morir, pero nunca aquí
ni bajo ese instante que me habla.

Ya en la noche, mientras tu cuerpo se me acerca;
mientras tus ojos engañan a la luz,
donde siempre tengo patria,
sueño reclinado en ti,
mientras la vida se me acaba.
Y te veo altiva, mariposa, en esencia,
naturaleza tras la savia,
piel que me detienes, el mañana.

¿Sabes…? Vivo en ti, silenciosa y estancia, estrella
sobre estrella que me llama.
Ocultando mi voz, pero palabra tras palabra,
formando y deshaciendo el estruendo;
ocultándome en tu memoria, vivo
y me resisto, invocando al tiempo,
unidad de la que me libero,
de cara al horizonte, ese beso…
bajo el mismo aliento del relámpago.
Porque en ti, unas manos, marcho del olvido
a la nave de tu rostro, manuscrito al viento.
Tras la hoja, el libro. El encuentro al que me abrazo.

18 abril 2007

AQUÍ, ALLÍ Y BAJO LA HOJA

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AQUÍ, ALLÍ Y BAJO LA HOJA

Un hombre solo, aparentemente vestido con sus sueños,
harapos del mañana que le recuerdan,
laberinto del jamás cuando el poema se esconde,
aprieta sus labios contra la noche invisible
mirando hacia el sol que le aprisiona;
rayando sus párpados,
abrasando sus ojos cerrados bajo el infinito.
A esa distancia inalcanzable,
piensa, deduce, acumula calor y frío
tras el silencio de la noche que le previene.
¿Llegará la palabra a su boca, recogida tras la tormenta que le nombra?
¿Llegará esa sílaba inacaba, que muere y renace,
al abrigo el pecho que le ronda?
Como ese verso como cuerda de guitarra,
como ese árbol solitario,
que engaña a la luz, que se aferra a la montaña
buscando el eco de la escucha,
bebiendo de la escarcha de sus párpados
que yacen bajo el polvo de la nieve.
Y detrás…montones de montañas se revelan
se agotan tras la lluvia de sus sombras.
Piel sobre la piel y por la que la tierra bebe
bocanadas de metáforas y escorrentías.
Pero no, hoy no llega, hoy no viene, ni ese acento sobre el hiato…
-Mía!
Esa voz que alza.
Fragmento de ese viento azulado.
Dulce compañía.
Abrazando la lluvia.
Abrazando su vida con la suya.
-Ay, poesía!
¿Tan pesado era su pecho en el vacío?
Un hombre solo, aparentemente abriéndose de manos,
atado a su sangre,
recogiendo ese algo,
balbuceando en distintas lenguas que se amontonan…
-¡Porque sabes que vivo, aquí, allí y bajo la hoja!