25 abril 2008

BAJO EL TIEMPO INCLINADO

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BAJO EL TIEMPO INCLANADO

Dejaré la puerta de mi piel abierta,
te ofreceré mis sueños de nubes y almenaras.

De azul y menta, de palabras invisibles,
de mundos sin presagios.
Porque tu cuerpo, al acercarse, es eso…deseo, lluvia,
tormenta que regresa, relámpago a voces,
refugio blanco de la noche y néctar;
tic,tac, tic,tac, tic,tac de corazones.
Apretón de sueños, de besos, de versos que se desatan,
obligando al viento a recogerlos, hoja tras hoja,
árbol tras árbol, silencio a silencio, al abrigo de tus párpados.

Cercanía tras lejanía, mucho aprende el amor del poema.
El verso, como una línea indeleble, o dos de fiebre. Tus labios.
Tu piel, mi mundo; tu escritura en savia.
¿Sabes? Beber de tu sed, de tu rostro,
para quien de tu cuerpo sea, el viento celoso aguarda.
¡Qué infinito anidaban tus ojos!
¡Qué mezcla de miel y habla! Tu mirada.

Así, día tras día, aprendemos a levantarnos,
tras cada paso de entrega, sin océano que valga
a nunca decir ¡Basta!
Bajo la página de nuestros miedos, de nuestros cuerpos entrelazados. Nosotros
abrazamos la lluvia, nuestra nave, ahora ciega sobre la tarde.
Nuestro horizonte que se derrama. Los estrechos sueños por donde pasamos.
Porque una vez que hemos engañado al tiempo, el amor
le obliga a inclinarse.

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