21 diciembre 2010

LA TIERRA AL HABLA


Que sepan los hombres que los caminos existen,
a pesar de sus torceduras.
Que desde la incipiente huella,
la que dejó el viento tras su ausencia,
creció el calor y el frío,
la mano y la frente destemplada,
el rubor de la palabra,
la sombra inequívoca de la existencia.
 
Que sepan los hombres que hay silencios y mares  en los que pensar,
sueños en los que descargar nuestros infinitos cúmulos,
misterios y límites posibles,
sin tener que preguntarse por qué.
Porque de ello dependen las montañas, los ríos,
el vaho de la tierra, la desnudez de nuestro pensamiento...
el amor sin defensa posible.
 
Porque no hay infinito más humano que la vida.
 

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