11 diciembre 2010

SOBRE LA ELÍPTICA DEL POEMA

Se levantó el poema moribundo,
tan herido de muerte como los humanos,
mientras la luna bajo el agua
se hundía entre las sombras de los pájaros
Aquel viejo poema,
que levantó soledades,
indómitas pirámides,
corazones deshabitados,
hasta ciudades a hombros.

Se levantó el poema moribundo;
y, palabra tras palabra,
ahora prisioneras de nadie,
las fue recogiendo:
Una tras otra,
verbo tras vocablo.

Así lo vieron perderse,
verso en mano,
la quemadura al desnudo,
las nubes sin horizonte,
los labios sin clorofila,
y el cielo a bocajarro…
Infinito en sus finales.
Como criatura de pecho abandonada.
Como agua que desemboca en la médula del agua...

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